Llega el verano, y con él el buen tiempo. Multitud de personas convierten las chanclas en su calzado habitual. Una frase resumiría todo, “todos los excesos son nocivos”.

El uso continuado de chanclas produce en nosotros varios efectos perniciosos, pasaremos a enumerarlos, explicarlos y la forma de contrarrestar sus efectos.

1. El primero es la sequedad de los talones, que en su forma más grave provoca la aparición de grietas en la piel con sangrado incluido, con el consiguiente dolor, y riesgo de infecciones bacterias o VIRUS.
   
   Solución: Hidratación, el mejor momento para hidratarnos es antes de acostarnos a dormir, pues es el tiempo que el pie está más tiempo sin caminar, no debemos poner excesiva crema, y NUNCA debe aplicarse entre los dedos.

2. Dedos en garra. Debido a que dicho calzado no va sujeto por la parte de los talones, hemos de buscar estabilidad del pie en el calzado con los pulpejos de los dedos, ejerciendo fuerza con estos para que no se nos escape la chancla.
   
   Solución: Evitar el uso excesivo de chanclas, alternarlo con sandalias con sujeción en talón, zapatillas de deporte, o zapato ligero.

3. Riesgo de traumatismos. Debido a la poca protección de este calzado, cualquier golpe que nos podamos producir en los pies multiplicaría su gravedad.
   
   Solución: Como en el apartado anterior, alternarlo con mocasines, zapatillas de deporte,  otro tipo de calzado más fisiológico.

4. Fascitis plantar y espolón. La nula estabilidad de la chancla, así como la ausencia de sujeción del pie, puede provocar un exceso de tensión en la fascia plantar, lo que desembocaría en las patologías antes mencionadas.
   
   Solución: Las sandalias de trekking, es un tipo de calzado abierto, pero con el que es más difícil que podamos llegar a provocar una fascitis plantar y un espolón.