El término Hallux rigidus hace referencia a la limitación de la movilidad de la primera articulación metatarsofalángica para arriba y para abajo, especialmente hacia arriba, que es para donde resulta más necesario. Su evolución llega a evitar totalmente el movimiento de dicha articulación. Sin embargo, lo más habitual es la limitación en mayor o menor medida de la misma, y dolor cuando intentamos un movimiento excesivo de ésta.

Es más frecuente en hombres, aunque no es exclusiva de los mismos. Entre las causas encontramos: un exceso de pronación en estática; un antepié muy supinado; un primer radio hipermóvil o dorsal flexionado; una retracción musculatura plantar.

La clínica se caracteriza por: crepitación, tumefacción, poca movilidad, engrosamiento de la articulación, dolor punzante al movimiento y en reposo. Suele ser una de las formas más frecuentes de debutar con artrosis.

El tratamiento inicial es como el de otras artrosis, siempre que no resulte invalidante. Si el dolor llega a dificultar caminar o hacer ejercicio físico unas plantillas con determinados elementos pueden lograr eliminar el dolor, aportando así al paciente una buena calidad de vida. Si pese al uso de la plantilla el dolor persiste, pueden realizarse infiltraciones con ácido hialurónico, dejando como última opción la intervención quirúrgica.