Pie de atleta

Es una infección producida por hongos, estos parásitos se alimentan de queratina, elemento que es el componente principal en las uñas los pelos, y la piel. Afecta a los espacios de entre los dedos, la planta, el dorso, y a los bordes laterales del pie. Puede provocar intenso picor, grietas, ampollas y escamas en el área afectada. La hiperhidrosis (exceso de sudoración) asociada es un caldo de cultivo perfecto, ya que debilita la primera capa de la piel variando su ph, quedando así sin su primera barrera de protección natural. Su localización más frecuente es en el tercer o cuarto espacio interdigital. Es frecuente que vaya acompañado de mal olor, color blanquecino. En ocasiones se infectan por bacterias de forma secundaria.

¿Cómo evitarlo?

En verano sudamos más debido a las altas temperaturas, no pequemos de descuidados.

  • En calzado cerrado (aunque sean de tela), usar siempre calcetines (pueden ser tobilleros o pinkies), ya que los zapatos no los lavamos a diario, y son “un criadero” de parásitos.
  • Alternar zapatos, de manera que demos tiempo a que se sequen de una vez para otra.
  • El uso de polvos secantes para calzado ayuda a prevenir esta patología.
  • No automedicarse intermientemente, pues como con los antibióticos, se crean resistencias a los antimicóticos, y cada vez será más difícil solucionar el problema.
  • Un tratamiento preventivo muy eficaz, si existe una sudoración excesiva, es la iontoforesis, que controla la sudoración de los pies de manera casi radical durante un largo periodo de tiempo, y que es completamente inocuo.
  • Las duchas de playas y piscinas son una fuente desbordante de hongos deseando encontrar un huésped donde crear una colonia.

Si llegamos tarde a las recomendaciones, y tenemos la mala suerte de contagiarnos con pie de atleta. Con un sencillo tratamiento tópico puede solucionarse, siempre y cuando seamos disciplinados en su aplicación, y lo hagamos como se nos prescriba desde el primer día hasta el último. Este tratamiento puede complicarse si no lo hacemos como se nos receta o si ya hemos creado alguna resistencia a antimicóticos por tratamientos irregulares anteriormente.

Salomé del Boz González
José Ramón Rodríguez Ruiz

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